I´ve Got You Under my skin

I´ve Got You Under my skin
Kaleb y Erick (hermanos Navarro Cezanelli)

viernes, 4 de marzo de 2011

I've got you under my skin

Capítulo 4





El hospital de Temptress tiene la mejor tecnología y la mejor atención. Su directora, Esther, es una de las mejores médicas que se han recibido de la universidad de medicina. Se distinguió del resto a tal punto que, actualmente, se la conoce como la Princesa Esther. Pero no todo es blanco en su expediente. Aún una persona tan reconocida como ella está ligada al clan Ledezma. Siendo la hija de Elian tiene muchos privilegios, además es muy influyente en el mundo de la medicina y en el de la mafia y, como era de esperarse, también está involucrada en la guerra de clanes. En medio de esto se encuentra la doctora Anahí Arcangelo, vive en Temptress desde que un accidente le arrebató a toda su familia dejándolas solas a ella y a su sobrina Nadezda, y en este momento se encuentra trabajando en este hospital. Debido a que es buena con el bisturí, Anahí es la favorita de Esther, quien le asigna los casos más importantes, bajo su pensamiento de que hay vidas que tienen más valor que otras. Este pensamiento no es compartido por la joven, pero es lo que la directora exige y tiene que soportarlo. A pesar de que es considerada un miembro del clan Ledezma, ella no pudo evitar enamorarse del líder del clan Cezanelli e incluso están planeando su compromiso. Son las cuatro de la tarde, su turno había terminado y ahora estaba en el Apart hotel Amanecer.


Cuando entró al lobby se encontró con el hombre de confianza de Kevin.






-Hola Geriko ¿está Kevin aquí?-hablaba con la familiaridad que había adquirido con el tiempo.










-Por supuesto, está en último piso con su otouto como siempre-le respondió con una ligera sonrisa.










-¿Está Dilan?-parpadeo unos instantes por la sorpresa-. ¡Qué bien! Hace mucho que no lo veo-. Se dio la vuelta para ir al ascensor cuando vio a un hombre partir-. ¿Quién es ese hombre?










-Kaleb Navarro Cezanelli, el recepcionista.






-¿Cezanelli?






-No le des atención a su apellido, son parientes lejanos, ambos desconocen su parentesco.










-Su aura es de dolor-lo miraba con empatía, ella conocía esa aura, era el aura de alguien que tiene miedo de perder algo preciado.










-¿Dijiste algo?










-¡¿Ah?! no, no me hagas caso son sólo tonterías-tomó el ascensor pero antes de que la puerta se cerrara, saludo a Geriko agitando la mano-. Nos vemos.










-No le tengo confianza a esa chica-dijo en cuanto la puerta se cerró.






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En la oficina del último piso, los hermanos Kevin y Dilan Cezanelli revisaban los progresos del hotel hasta el momento cuando sonó el teléfono.






-Gracias por avisar-le informaron a Kevin que Anahí estaba subiendo. Al recibir la información una sonrisa se asomó por su rostro.










-¿Aniki, qué pasó?-le miró con sorpresa, muy pocas veces veía a su hermano sonreír-. Es raro verte tan feliz.










-Nada, tu cuñada está subiendo-Dejó los papeles a un lado y suspiró-. No la esperaba tan pronto, es puntual como siempre.










-Ya veo, entonces me voy, es obvio que no me necesitas “¿por qué de pronto siento tantos celos? No debería, es una buena chica pero no soporto la idea de que Kevin esté pensando en alguien más estando yo aquí”-se levantó de su asiento dispuesto a marcharse.










-Espera Dilan-al escuchar a su hermano decir eso no pudo evitar detenerlo-. No digas eso, siempre te necesitaré-suspiró-. Mira, algún día me casaré y tú heredarás este imperio que estamos construyendo...eres el único al que le tengo plena confianza, no tienes porque ponerte así.






Esas palabras destruían el corazón de Dilan.






-"Sí, tú te casaras ¿y yo qué? Me duele hermano. A mi no me interesa nada de esto, tú eres mi imperio...te quiero a ti...te amo a ti...pero tú no sientes lo mismo...es inútil, nunca vas a corresponderme" estoy conciente de eso...sólo quería dejarte unos momentos a solas...está bien, haz lo que quieras, total a ti no te importa lo que yo pienso-salió de la oficina corriendo y en el camino se tropezó con Anahí.










-Hola Dilan, tanto tiempo-estaba por preguntarle como estaba cuando vio el estado de su cuñado-. ¿Estás llorando?










-...-la pregunta le tomó tan de sorpresa que sólo quedó un momento titubeando pero al instante corrió nuevamente para encerrarse en su oficina-. “No puedo, simplemente no lo tolero. Esa mirada sobre mi...es como sí supiera todo lo que mi corazón siente. Parezco un cobarde huyendo pero esos ojos...maldición son irritantes”-se sentó en un rincón en posición fetal. Deseaba desaparecer...todos sus sentimientos estaban descontrolados, no podía mostrar esa debilidad a nadie-. “Lo peor es que yo fui quién los presentó”-ocultó aún más su rostro al sentir que las lágrimas amenazaban con salir-. “Es mi culpa...”-aprovechó la soledad de la habitación para que su llanto saliera libremente.










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En la oficina principal, Kevin no comprendía el comportamiento de su otouto. Últimamente lo sentía muy hostil e irritable.






-“¿Qué te sucede? Acaso tú......no, es imposible. Sería un sueño...”-se encontraba tan sumido en sus pensamientos que no se dio cuenta que Anahí estaba frente a él, mirándolo fijamente.










-Hola-le saludó cerrando los ojos y mostrando una sonrisa-. ¿Todo está bien?










-Eso creo-se sentó en uno de los sillones que hay en la habitación.










-¿Discutiste otra vez con él?-se sentó a su lado.










-Cada vez me cuesta más entenderlo-cerró sus ojos y frotó sus sienes debido al dolor de cabeza.










-“Kevin...”-Anahí, que nunca lo había visto tan mal, ni siquiera en una crisis, se preocupó-Dilan te quiere y siempre estará a tú lado...sabes que él se sentirá culpable si te ve así, todo se solucionará, créeme-le abrazó con ternura-. "A veces me da la sensación de que eres un niño y debo cuidarte".






- Eso espero-le correspondió el abrazo con fuerza-. No sé que haría si lo pierdo-


Dejó de abrazarlo y tomo su rostro en sus manos mientras Kevin mantenía su mirada hacia abajo.






-¿Podrías mirarme a los ojos?-cuando le miró, unas pequeñas lágrimas amenazaban con salir de eso ojos-. “Nunca te había visto así...en verdad tú...” ¿a qué le tienes miedo?










-Temo que un día llegue a odiarme...Moriría si eso pasara-su tono de voz demostraba una terrible angustia.










-“Tu voz...tus ojos... ¿mis sospechas son ciertas? en ese caso yo” no te preocupes...hablaré con él-le dio un beso en la frente-. No quiero verte más así... ¿de acuerdo?-sin esperar la respuesta se fue de la oficina.










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Escuchaba los golpes en la puerta pero no quería abrir.














-¡No quiero que nadie me moleste!-sus lágrimas aún no se secaban...nadie debía verlo en esas condiciones. Unos segundos de silencio seguido del molesto ruido de la puerta abrirse, mostraron una sombra femenina...o más bien eso era lo único que podía ver por culpa de sus húmedos ojos-. ¿Quién eres?










-Soy la doctora de tu corazón ¿o ya olvidaste las condiciones en las cuales nos conocimos?-le respondió al mismo tiempo que se sentaba a su lado-. ¿Por qué tan triste?










-Antes de preguntarme cualquier cosa... ¿cómo hiciste para entrar? Creí haber cerrado la puerta con llave-su actitud era hostil y distante y por sobretodo, se rehusaba a mirarle la cara.










-Usé uno de mis invisibles...recuerda que soy del clan Ledezma...además también soy...










-Sí, ya sé...eres la novia de mi aniki-le interrumpió-. ¿Qué pasó? ¿Te mandó él?










-A mi no me manda nadie...yo soy como las melodías que están en el aire y armonizan los oídos.










-Sí...y a algunos los aturdes-soltó una pequeña risa-. ¡Qué raro que mi médica clínica venga a verme a domicilio! ¿Qué pensarán los demás pacientes?






-De eso no te preocupes...no son celosos...en este momento me importas mucho y te vine a hablar como la mujer que soy y no como la doctora.






-Ya veo... ¿de qué quieres hablarme?






-Es sobre Kevin...-al escuchar ese nombre desvió la mirada hacía el lado contrario-. Sé que se pelearon y...creo saber la razón...soy yo la culpable ¿cierto?






-Tú no sabes nada.






-Es porque soy la novia de Kevin y tú lo amas ¡¿o vas a negármelo?!-inconcientemente le alzó la voz.






Se sorprendió mucho, en el tiempo que conoce a su cuñada jamás le gritó.


-¿Qué dices? Él...él es mi...mi hermano y yo...yo no...






-Pero no puedes evitar amarlo-le interrumpió, ambos sabían que era la verdad pero el joven seguía negando con la cabeza-. Esa es la verdad ¡no mientas!






-¡Cállate!-le gritó y cubrió sus oídos con sus manos-. No digas más-suplicó en un susurro.






-Dilan...-masajeo su espalda con el objetivo de tranquilizarlo-. Mírame a los ojos y dime que no lo amas-pero seguía sin querer escucharla-. “¿Por qué no lo admites?” ¡Dilan, mírame!-le quitó las manos y lo obligó a mirarla. Mirar esos ojitos negros llenos de lágrimas sólo le sirvió para reconfirmar lo que sospechaba desde hace tiempo-. En verdad lo amas...tus ojos lo dicen a gritos.






-¿De qué me sirve? Nunca va a corresponderme. A lo único que puedo aspirar es a estar cerca de él pero ni siquiera eso, por tu culpa. Ya te lo dije... ¡ahora déjame tranquilo!-se levantó dispuesto a irse pero Anahí lo interceptó abrazándolo por detrás.






-¡Estás equivocado! Kevin siente lo mismo...-lágrimas de dolor surcaban por sus ojos-. Y no sabes cuanto me duele escucharte hablar así.






-Pero no entiendes...él y yo somos hombres y somos hermanos, es imposible. Ustedes están bien juntos, olvídate de lo que te dije.






-Un amor imposible es el que no es correspondido-le soltó al notar que no escaparía-. Aquí la que sobra soy yo-se alejó y se sentó en el suelo.






-Kevin te quiere.






-Me quiere pero no me ama... “Me duele pero es mejor así” yo lo amo por eso lo voy a dejar ir.






-¿Estás segura de esto?






-Sí...-se levantó y volvió a abrazarlo-. Creo que es el adiós...sí me necesitas siempre estaré-le dio un beso en la mejilla y salió del lugar.


Era hora de despertar del maravilloso sueño. Le duele, pero sabe que está haciendo lo correcto.


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Las diez de la noche...habían pasado varias horas desde que vio salir a Anahí llorando. En el fondo se sentía mal, ella era una buena persona.














-¿Esto está bien, en verdad?-pero no podía seguir dudando. Su doctora le dejó el camino libre y debía aprovecharlo. Fue hasta la oficina de su hermano con un poco de nerviosismo-. “No creo que esté, es muy tarde...tal vez ya se fue”.






Abrió la puerta y no podía creer lo que sus ojos veían. Kevin estaba acostado en el sofá con una botella de wiski en la mano, era obvio que había estado bebiendo y eso de cierta forma lo lastimaba. Se agachó y admiró los ojos cerrados de su aniki como si estuviera hipnotizado.






-¿Será verdad lo que ella me dijo? Porque verte de esa forma me hace pensar otra cosa-quitó uno de los cabellos que estaban sobre su frente-. ¿Por qué tenías que ser mi hermano? ¿Por qué no puedo dejar de mirarte...de amarte?-suspiró y le dio un tierno beso en los labios-. Te amo tanto Kevin-dijo sin despegarse.






-Yo también mi querido otouto-sonrió.






-Kevin…-estaba sorprendido por lo que le había confesado su hermano.






-Perdóname por esto- lo miró fijamente






-¿Qué?-lo sujetó del cuello y lo obligó a volver a besarlo. A diferencia del anterior este no era para nada inocente. Sus lenguas se entrelazaban con ansias, con hambre, con deseo, con...amor. Dilan se subió arriba de su hermano sin detener los besos que poco a poco los iban encendiendo. Sus manos recorrían los cuerpos ajenos casi con desesperación. La necesidad de sentir la piel del otro era infinita. La ropa les estorbaba y, sin detener sus besos ni sus caricias, se las quitaban y las arrojaban sin preocuparles en donde quedaban. Kevin se incorporó levemente para quedar sentado y que su otouto siguiera sobre sus piernas. Abandonó su boca y atacó su cuello el cual lamía y que en ocasiones succionaba, mientras sus expertas manos exploraban cada centímetro del cuerpo desnudo de Dilan.






-Ahhh Ke...Kevin....ahhh-el menor no podía parar de gemir. El simple rose de cualquier parte del cuerpo de su aniki contra el suyo lo llenaba de una sensación que nunca había experimentado, pero que quería seguir sintiendo.






-“Me estoy dejando llevar. Esto no debería estar pasando pero... ¡maldición! esos gemiditos que salen de su boca hacen que pierda la razón. Debo parar...no estoy siendo racional. Es mi otouto...no puedo quitarle la inocencia así...si no me detengo...”-Kevin trataba de controlarse pero nuevos gemidos salieron de los labios de su hermano provocado por un leve rose entre sus erecciones-. “Por favor Dilan...ya no me provoques...sucumbiré sí sigues...”.






-Ahhh Kevin...-Dilan ya no era dueño de sí mismo. Él sólo quería sentir todo lo que pudiera. Inconcientemente sus manos jalaban de los cabellos del mayor, luego ascendían y descendían, tocando toda la piel posible, a veces rasguñándola. Se movía con el fin de que sus miembros se tocarán...todo para encender lo suficiente a Kevin y que lo haga suyo. Su hermano besaba sus hombros y posteriormente bajaba hasta sus pezones.






-“¡Qué delicia! Sentir esa lengua sobre mi es el paraíso...no puedo reprimir el deseo que me abraza. Ahhh Kevin...no te detengas”.






-No...Espera...esto no puede seguir-agitado dejó de tocarlo pero sin llegar a apartarse.






-¿Por qué te detienes? Está bien...-le besaba con ternura y sus manos recorrían su pecho tratando de incitarlo a seguir.






-No puedo hacerte esto...para mí eres...-no pudo seguir porque un profundo beso le arrebató toda palabra de duda.






-No soy un niño...-tomó el miembro de su aniki entre sus manos y lo iba masturbando suavemente.






-Ahhh...Dilan...detente-la excitación empezaba a nublarle los sentidos.






-Tú lo provocaste...sé responsable-decía sin detener la acción manual.






-Ahhh...tú lo quisiste así “lo lograste...mi pequeño ángel corrompido...”-volvieron a unir sus labios en un nuevo beso. Sus lenguas luchaban una contra la otra. Ambos tocaban el miembro del otro, ya no razonaban, la pasión los había arrastrado a tal punto que olvidaron su alrededor.






-Ahhh...Kevin...mmm...ahhh...voy a-en su excitación, Dilan dejó de tocar a su hermano.






-No...-cerró su mano entorno al miembro del menor, impidiendo que éste lograra venirse-Hagámoslo juntos-volvía a lamer su cuello al mismo tiempo que con su mano libre le acariciaba el rostro e introducía tres dedos en la boca de Dilan. Instantáneamente comenzó a chuparlos hasta llenarlos de saliva. Lentamente fue metiendo los dígitos en la entrada. El menor mostraba muecas de incomodidad pero al poco tiempo su rostro se relajó, prueba del placer que estaba inundándolo. Audibles gemidos resonaban en el oído de Kevin, excitándolo. Quitó los dedos y suavemente los reemplazaba con su miembro, tratando de no lastimarlo-. “No puedo creer que esto esté sucediendo...no puedo evitarlo yo...lo amo...lo deseo...él será mío está noche...su corazón es mío para siempre”-cuando ya estuvo completamente dentro, esperó unos momentos y al sentir que ya estaba preparado, inició el vaivén.






-Ahhh...Kevin...mmm...más...más-Dilan apoyó sus manos en los hombros de su aniki para que las penetraciones fueran más profundas. Las estocadas se hacían más intensas logrando llegar a ese punto que los enloquecía. Al notar que todo llegaba a su fin, liberó el miembro de su otouto mientras aumentaba el ritmo. Ambos llegaron al orgasmo al mismo tiempo. Aún así seguían besándose y acariciándose.






Kevin salió de su interior y se acostó obligando a Dilan a recortarse sobre su pecho.


-¿Entiendes lo que esto significa? Nunca viviremos tranquilos...-el menor le hizo callar con un tierno beso.






-Ya vivimos de esa forma siendo yakusas...si estas a mi lado no me importa eso...te amo aniki-dejó de hablar sobre sus labios y volvió a apoyar su cabeza en el pecho del mayor-. Te protegeré Kevin, lo prometo...todo lo que represento te pertenece desde siempre.






-Lo sé...yo también lo prometo...te amo...como nunca lo hice jamás-luego de un nuevo beso, durmieron abrazados.










En está noche en donde la luna llena brillaba con intensidad, seis almas se unieron. Ninguno hubiera imaginado que estaban destinados a encontrarse, en ese preciso momento todo se volvería más oscuro que la noche y no habrá luz de luna que logre iluminarlos.